Por mi triste soledad
pasan corazones de hielo.
Yo los sigo en la distancia
mientras desfallecen
en mi helado y triste final.
Mi zozobra me angustia.
Cuando en tus ojos llueve,
yo me ahogo en los arenales
de un desierto gélido.
Y grito, arriba los corazones heridos.
El viento enmudece mi voz,
pero en la distancia se subleva
y oculto en aquella nube, muere,
porque se escapa de mi débil mirada.
Más arriba saldrá a la luz
y mi voz brillará en aquella estrella fugaz.
Tu corazón de hielo volverá
y entonces en tus ojos dejará de llover.
Manuela Llera Ramos