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MIS PASIONES SON LA MÚSICA, LAS LABORES, LA POESÍA, LA PINTURA...



CLARO DE LUNA

sábado, 3 de junio de 2017

POETA


El poeta piensa y dicta a su pluma. 
Ella… obedece, a veces con desgana. 
Es la mente turbulenta del poeta, 
las palabras en la pluma las desgrana.

Sin querer, su alma va desnudando
dejando traslucir sus sentimientos.
Está absorto en el fondo de su ser,
aireando sin querer su pensamiento.

¿Poeta yo? No, solo es una escapada
de aquello que me oprime, y me lesiona,
mientras yo reposo en mi coraza,
la pluma es infiel y me traiciona.

Hoy yo quiero escribir, pero no puedo.
Mi mente se rebela, está cerrada.
Será el  tormentoso día de otoño.
Sin yo querer, la tiene encarcelada.  

Si piensa el poeta que escribiendo
no desnuda sus secretos ya dormidos,
qué iluso, pobre ingenuo que no sabe
que sin él querer, la pluma se le ha ido

y derrocha en el papel lo que guardaba,
en un rincón de su mente sumergido.

Manuela Llera Ramos

LA ESPERA


Cuando volviste la esquina
y me dijiste a dios
tú me tiraste un beso.
El viento se lo llevó.

Yo regresé a la cocina
hice un plato extraordinario
de pescado sin espina.
Ese que te gusta tanto.

Y me fui para el salón
para preparar la mesa,
puse aquel mantel bordado
con dibujos de cerezas.

Saqué la vajilla blanca
con el filito dorado,
los platos que te gustaban
con cerezas decorados.

Abrillanté los cubiertos  
que parecían de plata
la servilleta en el plato
curiosamente doblada.

Y en el centro de la mesa
un jarrón de porcelana,
con un clavel reventón
alimentado con agua.

A cada lado del centro,
un candelabro posaba,
las velas rojas rizadas.
Las que tanto te gustaban.

Ya la comida está lista
y la mesa impecable,
solo espera tu presencia,
es un día memorable.

Yo me puse aquel vestido
de color rojo amapola,     
el que tu me regalaste,
al otro día de la boda.

Y me peiné para tras
mi pelo negro azabache,
y lo enlacé con la cinta,
la que tú me regalaste.

Y me maquillé la cara
mis labios me dibujé,
del color de las cerezas.
a juego con el mantel.

Y me puse los zapatos
negros de charol brillante,
con los tacones de aguja,
que me hacían tan elegante.

Y me senté en el sillón
tranquilamente a esperarte.
Pero pasaban las horas
y tú nunca regresaste.

Fueron pasando los días,
fueron pasando las noche,
los meses y los años.
Y yo seguía esperándote.

La mesa sigue esperando,  
el mantel es deplorable,
Y las cerezas bordadas,
en su  estado lamentable.                         

Sobre los platos vetustos 
las servilletas fallecen.
Y aquel clavel reventón
en el jarrón ya es inerte.

Y me aliso mi vestido
que carece de colores,
la nieve en mis cabellos
me recuerda mis temores.

Mis labios rojos cerezas
que a ti tanto te gustaban,
ahora son dos finas líneas
completamente plegadas.

Miro al suelo a mi derecha
mis zapatos elegantes
están cubiertos de polvo.
Ahora ya no son brillantes.

Y yo te sigo esperando
sentadita en mi sillón,
con la ilusión que tú vuelvas
para pedirme perdón.   

Manuela Llera Ramos